Señor Maga
Señor
Maga,
pobre sostén
de tu arbusto
no se
ha llevado
tu
noble gusto.
De un
gancho en ramas,
has
edificado un jardín
donde
hombre a bajo nivel
pueda
recogerte en tu gloria
y
admirar todo tu desdén.
Estado antitético
de
un cepo
elevado,
huésped
de un suelo,
a vasto
se inspira en
tus pétalos
rosados.
Idea cinco
fases
a quien
nadie mate,
tus
arrugas germinando
de su
eje yugular,
un
centro crudo
potentemente
cabelludo,
el núcleo
del color,
amarillo
del ardor,
deleitar
un dolor
en su
divino esplendor.
Estimo
tu grandeza,
delatando
el abandono
del una
vez hogar,
encontrando
una mano
donde
sí puedas
en todo
su sentido
pasionalmente
viajar.
Tu
solitaria permanencia
me ha
colmado una musa,
la coraza
de crecer
en firme
fértil
y
cantar de nómada
entre
decenas de dedos,
almas
no divisando
los
tantos agujeros
de tu
atuendo,
el
coloquio caribeño
guarnecido
entre borinqueños
y el
elogiado tacto
propio al
espíritu del Encanto.


